jueves, 29 de noviembre de 2012



" El tren corría desde hacia diez minutos y la muchacha miraba en derredor, como si buscara algo. Después se echó sobre el regazo de su madre y murmuró : " Mamá, quiero ver"
La madre se inclinó y dijo: "Pués mira. No hay nada que ver".  Hablaba en voz baja, parecía intimidada por la presencia de aquellos señores silenciosos.
El señor Aghios aprovechó tan pintiparada ocasión y dejó sitio en la ventana. : "Quiere ver! Tiene razón! También yo cuando viajo quiero ver, pongala aqui"
La niña lanzó una mirada de súplica a su madre que giró la cabeza como para pedir consejo a su marido.
Este sonrió: "Ya que el señor es tan amable, no veo por qué no debe disfrutar la pequeña"
Y se apresuró a tomar en brazos aquel hatillo y depositarlo en el sitio  dejado libre por el seños Aghios.
La pequeña miró el campo que huía y estuvo unos minutos callada. Después pegó toda la cara al cristal y el señor Aghios sonrió, porque entendió que lo hacía para ver mejor. Después se volvió hacia su padre lloriqueando :" Me gustaría ver".
"Y no ves"? preguntó su padre, atónito.
"No! No veo!" Exclamó la niña y volvió hacia su madre sus claros ojos, aún más claros con las lágrimas que empezaban a formarse en ellos. La madre se acercó y sentó entre el padre y la niña y preguntó :" Pero, ¿qué es lo que  que quieres ver? ¿Es que no lo ves todo?
La muchacha estalló en llanto :" No veo el tren". 


Italo SVEVO
Corto viaje sentimental.

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